No soy sólo esta colección de actos cotidianos, soy esto que escribo también... Por favor quiérame

miércoles, 4 de enero de 2012

Pequeña perla adamantina deja ver tu brillo

Pequeña perla adamantina deja ver tu brillo
No te dejes opacar entre tanta nube gris
Demuéstrales a los demás que es posible aquella tonalidad incandescente
Y verán aquellos que lindo se ve aquella imagen
Alejada de tanta banalidad y colapsada de pasiones
Verdugo del personaje socialmente creado
Aquel maniquí vacio, y repleto de sinsentidos
Suerte de Superhombre Nietzscheano
En beligerancia constante y callada
Contra aquella perspectiva anteriormente mentada
Lo importante de todo esto es darse cuenta de que uno es capaz de brillar
Y que solo se ve cuando uno lo intenta, y a pesar del paso de los años
Puede ir atenuando esa intensidad, ese refucilo
Pero si la luz es verdadera, ilumina de por vida
.


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Análisis de Dolina acerca de la idea de espera de Montaigne

La Espera
 
Casi toda nuestra vida es espera, vivimos en vísperas perpetuas de sucesos que cuando ocurren resultan ser también vísperas.

La persecución de una cosa ya es la cosa, lo cual señala la importancia de la víspera en los placeres del cuerpo y del espíritu, la espera es parte indisoluble del goce, pero solo cobra sentido cuando el goce ocurre sino hay placer, si nadie acude a nuestra cita, la espera no forma parte de la cosa, sino que es un tormento independiente.

El tiempo de nuestra vida que pasamos esperando, es infinitamente más amplio de lo que duran los sucesos esperados.

Pero aunque todo lo que este fuera de la espera dure poco o nada, esos sucesos son los que resignifican la espera los que le dan sentido aunque no duren nada y aunque no existan siquiera como vivencia, en verdad el resultado de la espera iluminan el tiempo que se espero.
En este sentido el pasado puede ser modificado, un desengaño modifica la espera, la tiñe de indignidad, el cumplimiento del deseo en cambio convierte la espera en placer, quiere decir que el futuro ilumina el pasado y lo resignifica. Una muerte digna da sentido a una vida miserable y viceversa.

No cualquier tardanza es espera, el mero paso del tiempo no es suficiente para configurarla, por empezar la espera es una actitud consciente y esta relacionada con un hecho cuyas características se conocen de antemano o bien se presienten o se conjeturan, por eso los hechos que no reúnan estas condiciones se denominan inesperados.

La espera, junto con la demora la dilación en sus formas realistas o fantásticas son un recurso artístico.

Lo que hay que decir es que los procesos de mejoramiento o degradacion implican una espera esta espera puede ser la del personaje o del eroe para coronar sus deseos para allar lo buscado para conquistar su saber, pero también puede ser la espera del lector o del espectador para llegar a la clausura de las secuencias artísticas, toda espera esta salpicada de indicios, indicios que nos hacen presumir la cercanía  la lejanía o la imposibilidad del cumplimiento de nuestras pretensiones, las aves que vemos desde la cubierta de la Santa María son indicios de tierra firme, el casamiento con otro señor de una dama que nos dejo es indicio que ya no volverá con nosotros.

No seria desatinado pensar que la espera se sostiene y se renueva con los indicios positivos.



lunes, 22 de agosto de 2011

Shine like a star and don't stop

Oscuro salón en el cual se encuentra situada mi alma
Paredes despintadas, sombrías
Ambientada con cuadros que dicen ser de Van Gogh, anda a saber
Bosquejo lúgubre de un sitio no muy propenso al placer ni al goce
Sino más bien a la angustia
Sentimiento de descubrir que frente a los problemas que a uno le atañen como ser no hay solución
Que por mas que uno se lo proponga no podrá conocer todo el mundo, ni como decía Borges, amenazar a alguien con la inmortalidad, ni enamorar a todas las mujeres del orbe, ni leer todos los libros existentes de literatura, ni tener la posibilidad de aprender a tocar y componer música con todos los instrumentos, etc. Es tangible y palpable tal sentimiento de angustia, a cada paso que uno realice, solo existen pocas cosas que lo dignifiquen, es decir ya que estamos condenados a morir tarde o temprano, al decir de Heidegger, que cuando se nos presenta la muerte se nos imposibilita la posibilidad de todas las posibilidades, ya no existo mas, por ende a cada paso que doy debo tomármelo con la importancia que esto conlleva. En esto coincido mucho con el negro Dolina, el cual en una de sus charlas nocturnas de deriva intelectual, dijo que la felicidad es solo un olvido momentáneo de la angustia de vivir, y esa felicidad y olvido momentáneo de ese perpetua sentimiento viene a jugar el papel de la luz de la vela en el medio de un castillo en penumbras, flashes repentinos que me atrevo a decir, son la razón de vivir. En un panorama negro pesado, encontrar una tonalidad gris es una salvación, y para aquél que encuentra un blanco es la gloria, dichoso ese afortunado.
Y yo creo que aquel goce, aquella tonalidad diferente del negro profundo solo es encontrada en la inteligencia, en el amor y en el arte, no creo que haya más sitios en que esta se halle.
Cuando uno se enamora, o por lo menos yo (perdonen esta irrespetuosa autorreferencia, pero a mi vago intelecto le es inevitable), se siente inmortal, perpetuado en el alma de aquella mujer, como si todos esos problemas, que desde un punto racional son imposibles de solucionar, se remendaran y se olvidaran casi como si ninguno de ellos verdaderamente existiese, pero luego de esa perplejidad típica del enamoramiento y esa victoria de la pasión por sobre la razón, el ser se acuerda finalmente de su condición de finitud y prosigue con aquella angustia existencial, hasta un próximo y siempre venturoso olvido momentáneo de su realidad.
Son tan venturosos aquellos destellos de luz en un universo tan oscuro, chato y aburrido, que no hay mas remedio que perfeccionarse no solo para ser productor de pequeñas o medianas luminarias, sino que también hay que entrenar el goce, ya que aquella persona con una capacidad de recepción mayor de energía lumínica va a ser una persona que encuentre placeres y deleites inmensamente mayores. Lo que hay que también tener en cuenta que a mayor conocimiento y cuanto mas grande es el entendimiento humano, mas probabilidad tiene el ser de encontrarse con la tristeza, angustia de entender el mundo, sentimientos enormemente mas grandes que aquel dolor que siente un hincha luego de una derrota de su equipo el domingo pasado, eso se los puedo jurar. Pero así como esta la posibilidad de encontrarse con sentimientos horribles, esta la contratara de un mundo de goces cientos de veces mayores al de sacar la lotería.
Ante semejante puesta en común no podría no optar por nada que no sea una aproximación al goce, una opción que tenga como posible resultado la felicidad, el placer, y un sentimiento de goce inaudito, y para tal hecho no creo que haya limite posible, es decir, quiero creer que para el placer no hay limite excepto el del tiempo, y la muerte. A cada paso que se da, se puede dar uno mejor, y es a eso a lo que el hombre debe procurar, obviamente es placentero leer un Borges, escuchar un Piazolla, o simplemente mirar un video de Maradona, pero sería mucho mejor que estos señores solo sirvan como aquella chispa inicial de la hoguera para una humanidad predispuesta al goce, tanto como para recibirlo como para crearlo. Dichoso aquella persona que tiene la posibilidad de encontrarse mano a mano con el placer y ganarle por goleada, eso es a lo que la humanidad tendría que aspirar, solo al goce, de todos modos no se si exista alguna otra cosa más que valga la pena.

jueves, 7 de julio de 2011

Desencuentro fatal


Un no adornado con posibilidad de si
Una negativa con falso ideal de aceptación
A veces preferir soportar la humillación y el agotamiento
Del no definitivo, ante una rotunda e inexpugnable negación.
Esperar esa dicha divina, que colabore a acortarme esta pena,
Estar siempre en expectativa ansiosa de reivindicación,                 
En donde yo pueda mostrar estos o aquellos dotes,
Este o aquel poema, aquella canción que compuse ayer hasta
Las 5 de la mañana pensando en tu amado rostro.
Siendo que la sentencia ya ha sido formulada, y es una simple negativa.
Negativa dada por una sola condición: Flaco no le gustás!
Por mas que te esfuerces en no hacer ruido al comer,
En ser generoso, en desarrollar gestos gentiles hacia su persona, y demás,
No vas a torcer esa declinación, y ante eso, no hay remedio posible.
Yo siempre he asemejado tal imagen a una muerte,
Una muerte, claro no físicamente, pero si la muerte de una posibilidad de mi vida,
Si yo ya no soy el objeto de deseo de x mujer, ya aquella vida
Fantaseada de posibilidades, no existe más, se ha ido,
Y junto con ella el infinito de variantes posibles de realización de aquella.
Angustia desoladora de saber que es el fin, pero lo sabio seria poder reconocer
Que tal momento es el ápice cúlmine, y que de ahí la única solución
A esa muerte planteada anteriormente, es un nuevo nacimiento.
Como diría el negro Dolina
“la única forma de volver al primer amor es buscándolo en otra persona”
Claramente aquella sentencia es definitiva, (me refiero a la negativa amorosa)
Pero el hombre no puede darse el lujo de que ante el mínimo desencuentro amoroso
Se desintegre su posibilidad de amar y ser amado,
Aquí juega un papel imprescindible la mortalidad del hombre,
Este ser es un ente que carece de infinitos por lo tanto
No se puede prolongar en el tiempo esperando que ese hechizo cósmico
Realce el amor perdido (cosa que vamos a decir de una vez y para siempre, ¡nunca sucede!). El hombre ama profundamente y perentoriamente, porque sabe que es mortal,
De manera contraria no se si existiría esto que estoy escribiendo en este momento, ya que con la posibilidad de poder vivir todas las vidas posibles no habría necesidad de que el amor se apresure. “y si no me da bola ahora, bueno en 670 años mas por ahí se olvida y me da bola”.
Eso es lo angustioso pero a la vez grato y placentero del amor mortal, es tan gratificante y plácido amar y ser amado, que como contra cara no puede ser nada menos que el desengaño amoroso, ese cruce fatal de pasiones que nunca mas llegaran a un nexo común, o por ahí si, pero insignificante a los propósitos del amante.



martes, 14 de junio de 2011

Táctica y estrategia, Mario Benedetti

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.


sábado, 4 de junio de 2011

El maestro Narciso Yepes interpretando la obra maxima de Joaquin Rodriguez, CONCIERTO DE ARANJUEZ


viernes, 3 de junio de 2011

Al fin y al cabo, etc.

Yo que me creía tan mortal y tan fugaz,  he conocido la muerte muchas veces, todas ellas gracias al desencuentro amoroso. No hay nada que se parezca tanto a la muerte como el rechazo de una persona amada, ni nada que se parezca mas a la vida que el amor. Vendrían a ser una suerte de predecesores a lo que después fatalmente sucederá.
Yo creo haberme enamorado alguna que otra vez, y lo que se siente al principio es una especie de descubrimiento de un mundo nuevo, de algo inaudito en el que uno es inexperto, suelo hacer la correlatividad entre el enamorado y el niño, aquél pequeño que descubre un mundo en el cuál no conoce nada, y que de a poco va transitando los caminos de este, va descubriendo cosas y va deseando tantas otras mas. El enamorado como el niño, es un deseador en potencia, quiere el todo. Que cosa loca querer todo y ser de condición mortal y finita como lo es el hombre, gran parajoda.
Gran amante aquél que sueña con su amada, que piensa un futuro lleno de goces con la dama en cuestión, hasta que todo este panorama se oscurece ante la noticia de que esta persona nos deja. Este despido juega el papel de cortina que cae y baja el telón, significa mi deceso. Acabo de morir, aquella vida en donde yo y ella éramos 2 sujetos apasionados viviendo una experiencia única en las playas de Puerto Rico, ya no esta más, mejor dicho nunca estuvo, pero ahora no esta ni la posibilidad de aquella anécdota.

lunes, 30 de mayo de 2011

Jorge Luis Borges - Los espejos

Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita

Y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa,

Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.

Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el Hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso no alarman.






martes, 24 de mayo de 2011

Azar


Que complicado es asimilar que la vida en su prolongación es el transcurso de un azar y que según tal, uno se marca enteramente como hombre, músico, amante, etc.
Es una angustia muy fuerte la que se siente, es el momento en donde el hombre se da cuenta de sus posibilidades y avanza sobre ellas, dejando muchas otras de lado, que es básicamente eso lo que angustia, las cosas que a las que el hombre ni siquiera posee una posibilidad de realización.
Una Persona con escasos dotes de belleza, raramente se encontrara con el amor, a lo que alguien puede decir “claro, esta sociedad global que se deja llevar por la imagen”, y esta en lo correcto, pero no esta sociedad, sino cualquier sociedad, es decir para que exista el amor tiene que haber previamente una doble llama, diría Octavio Paz, una atracción inmediata como correlato de la belleza, pero no debe quedarse ahí para persistir un amor, sino que para perpetuarse hay que ir agregándole “pimienta”, un buen poema, actos gentiles, cariño, llevarle el desayuno a la cama, etc. Pero sin embargo si no existe esta mutua atracción, por más que uno le recite el Martín Fierro al revés, diría irónicamente el negro Dolina, la mina no le va a dar bola. Por ende se necesita del sentido visual para enamorarse, y al no tenerlo se hace muy difícil encontrar un amor.
A toda la angustia existencial de seres mortales y todo lo que esto acarrea, se le acopla otra angustia mas, la de no amar, en este caso, o la de no poder tocar un instrumento en caso de discapacidad o la de no poder escribir en otros casos, no poder razonar en el caso de un demente, etc.
Como contratara de esta angustiosa imagen se ve en cambio gente joven, bella, dotada de raciocinio, facultada para poder tocar un instrumento o de escribir algún versito o cuento. Que feo resignarse y decirse “pucha que se sentira haciendo tal cosa o tal otra”.
Esta es quizás la más grande paradoja del ser humano, que con su condición de mortal y de finitud quiere el todo. Yo me recuerdo de niño que me preguntaban que querés ser cuando seas grande? A lo que yo respondía: quiero ser futbolista, astronauta, presidente, bombero, veterinario, etc., y al pasar los años uno se va dando cuenta que cada elección es una resignación a tantas otras, que por cada cosa que uno hace hay miles que deja de hacer. Por lo tanto, a medida que uno va creciendo, ese abanico de posibilidades se va acortando, y es probable que ahora no esté más el astronauta, el bombero o el presidente, sino que haya un presente posible pero diferente a aquellos que nunca más podré tener.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Prohibido olvidar, 24 de marzo de 1976

Que se oiga con fuerza ¡NUNCA MAS!

Sonrie mujer


Ciudad estática
Rojo, amarillo, verde, destellos de un inagotable semáforo
Ríos que van pero no vienen
La Tierra y sus incansables movimientos
Parecen demostrar la existencia de un mundo indistinto
En donde cada mañana es igual
En donde no parece haber pasado ni futuro
Sino un presente continuo y eterno
A esta imagen se le entrevera tu sonrisa
Compuesta de vida y no de rutina
Capaz de cambiar el orden natural de las cosas
Capaz de darle sentido, tan solo por 5 minutos
A la vida de cualquier desgraciado
Si al menos sonriéramos la mitad de lo que tú lo haces
Que diferente que sería todo.

martes, 17 de mayo de 2011

Agudeza mental

Gente culta que advierte un negocio en Tinelli, en el día de la tía, hombres con mentes muy agudas para hablar mal de Fort, de Gran Hermano, de Oggi Junco, que orgullo que esta gente pertenezca a mi país. ¡Que mentira!, individuos creyentes de poseer la gran verdad reveladora de tesoros, ansiosos por pertenecer a una elite culta y ser una especie de astro luminoso en la mediocridad intelectual, y no son mas que el mismísimo centro de esta. He llegado a tolerar más a la gente que mira dichos programas, que a los filósofos refutadotes de programas de chimentos.  Y como si esto fuese poco se indignan de cómo es posible que la gente sea tan osca de no darse cuenta, si la verdad es tan tangible que asusta. Luego de ese fastidio este individuo lleno de ira y resignación publica en el muro de su Facebook y/o Twitter, “Odio a Fort, que mal que cae. No entiendo como la gente lo puede seguir mirando”. ¿A  donde quedo aquél filósofo situado en la cima del pelo del conejo?  , ¿Aquél ser tan perspicaz de poder darse cuenta que el capitalismo lo estaba agobiando? O peor, ese señor indignado que en el almuerzo, le dice a la mujer: " como podes mirar la pelea de Pachano con Carmen Barbieri, que bajo que caímos en la sociedad”, cambia y pone Estudio Futbol en donde el debate principal es que el Burrito Ortega se ausento del entrenamiento de River por una nueva recaída, o que Falcioni tiene cara de ojete  hasta cuando va ganando. O que el ogro esta hecho un tanque.

Venga, que siga la farsa.

lunes, 16 de mayo de 2011

New Arrival - Tito Puente & Amigos

Del DVD CALLE 54, una perlita del Latin Jazz

Timbales: Tito Puente                     
Congas: Giovanni Hidalgo
Piano: Hilton Ruiz
Flauta: Dave Valentin
Saxofón: Mario Rivera
Bajo: Joe Santiago
 

El arte de la vida

Sinceramente me levanto todos los días con un cargo de conciencia que me taladra todo el día que es el tema de mi egoísmo, me siento totalmente un egoísta, una persona que se centra en el punto máximo de la comodidad sin poder ver que aún en una perspectiva tan egoísta como la mía podría esta aún mas cómodo. Yo me considero una persona afortunada de haber nacido con la música de chico por influencia de mi papa me fui adentrando en lo que es la música y el arte, he aprendido a valorar la música no tanto frívolamente entre buena o mala sino haciendo una salvedad entre música compleja y música simple y es aquí donde mi egoísmo radica. Muchas veces escuchando música solo en casa me dado cuenta que es posible gozar mucho mas escuchando una música elevado en contenido musical que una composición artística que carezca de dificultades a la hora de realizarla. Este placer que la música produce es algo muy pocas veces experimentado en el hombre es algo que a uno lo hace viajar, lo llena de goce, de beneplácito, y esto es algo que no toda la gente lo sabe, y por que no toda la gente sabe que esto sucede esta destinada a jamás sentirlo?. Este planteo puede tener varias respuestas, una puede verse focalizada en que el arte complejo necesita de una previa preparación, así como para disfrutar del Quijote hace falta aprender castellano, para disfrutar de una composición artística es necesario que alguien le enseñe o lo discipline en materia musical, ese placer no es tan rápido, sino que necesita de una entrenamiento psicofísico de largo tiempo. Pero ahora si bien en la escuela esta música, muchas gente podría objetar este planteo “ si necesitan aprender música que vayan a la escuela” y es aquí donde juega un papel importante la sociedad en si y mas bien los medios de comunicación social, que envían un mensaje desalentador hacia el arte y mas precisamente hacia la educación musical, planteando una subjetividad de los gustos, no haciendo salvedad entre buenos y malos complejos o simples sino me gusta o no me gusta, a lo que hace que ese “ me gusta “ “ no me gusta” esta tendenciosamente modificado por la industria musical que hace música simple sin complejidad lo cual genera un goce mínimo si así se lo puede llamar, pero como esa persona esta tan metida en no corromper las costumbres o hábitos que la misma le plantea, sigue fielmente a los preceptos sociales, y es aquí donde me siento egoísta, al ver a esa gente que cree que esta disfrutando pensando que podría disfrutar más, decirles a la gente “ mira tu música es simple queres sentir mayor goce del que seguramente estas sintiendo ahora?”.
Esta circunstancia me marca como persona, una persona cerrada que quiere abrirse hacia la sociedad solidarizándose con ella (y en el fondo conmigo mismo, ya que en toda esta solidaridad rige el más profundo egoísmo, que es el que se mejore el género complejo para que yo finalmente pueda gozar aún más). Pero en este intento de solidaridad me encuentro con una sociedad que me trata de loco, de elitista, de menospreciador, me juzga y me señala con el dedo, sin siquiera haber probado jamás esta experiencia y lo peor de todo es que creen que la viven permanentemente.

domingo, 15 de mayo de 2011

La forma de la espada , Jorge Luis Borges

Un muy lindo cuento, del libro Artificios(1944).



Le cruzaba la cara una cicatriz rencorosa: un arco ceniciento y casi perfecto que de un lado ajaba la sien y del otro el pómulo. Su nombre verdadero no importa; todos en Tacuarembó le decían el Inglés de La Colorada. El dueño de esos campos, Cardoso, no quería vender; he oído que el Inglés recurrió a un imprevisible argumento: le confió la historia secreta de la cicatriz. El Inglés venía de la frontera, de Río Grande del Sur; no faltó quien dijera que en el Brasil había sido contrabandista. Los campos estaban empastados; las aguadas, amargas; el Inglés, para corregir esas deficiencias, trabajó a la par de sus peones. Dicen que era severo hasta la crueldad, pero escrupulosamente justo. Dicen también que era bebedor: un par de veces al año se encerraba en el cuarto del mirador y emergía a los dos o tres días como de una batalla o de un vértigo, pálido, trémulo, azorado y tan autoritario como antes. Recuerdo los ojos glaciales, la enérgica flacura, el bigote gris. No se daba con nadie; es verdad que su español era rudimental, abrasilerado. Fuera de alguna carta comercial o de algún folleto, no recibía correspondencia.
La última vez que recorrí los departamentos del Norte, una crecida del arroyo Caraguatá me obligó a hacer noche en La Colorada. A los pocos minutos creí notar que mi aparición era inoportuna; procuré congraciarme con el Inglés; acudí a la menos perspicaz de las pasiones: el patriotismo. Dije que era invencible un país con el espíritu de Inglaterra. Mi interlocutor asintió, pero agregó con una sonrisa que él no era inglés. Era irlandés, de Dungarvan. Dicho esto se detuvo, como si hubiera revelado un secreto.
Salimos, después de comer, a mirar el cielo. Había escampado, pero detrás de las cuchillas del Sur, agrietado y rayado de relámpagos, urdía otra tormenta. En el desmantelado comedor, el peón que había servido la cena trajo una botella de ron. Bebimos largamente, en silencio.
No sé qué hora sería cuando advertí que yo estaba borracho; no sé qué inspiración o qué exultación o qué tedio me hizo mentar la cicatriz. La cara del Inglés se demudó; durante unos segundos pensé que me iba a expulsar de la casa. Al fin me dijo con su voz habitual:
—Le contaré la historia de mi herida bajo una condición: la de no mitigar ningún oprobio, ninguna circunstancia de infamia.
Asentí. Esta es la historia que contó, alternando el inglés con el español, y aun con el portugués:
“Hacia 1922, en una de las ciudades de Connaught, yo era uno de los muchos que conspiraban por la independencia de Irlanda. De mis compañeros, algunos sobreviven dedicados a tareas pacíficas; otros, paradójicamente, se baten en los mares o en el desierto, bajo los colores ingleses; otro, el que más valía, murió en el patio de un cuartel, en el alba, fusilado por hombres llenos de sueño; otros (no los más desdichados) dieron con su destino en las anónimas y casi secretas batallas de la guerra civil. Éramos republicanos, católicos; éramos, lo sospecho, románticos. Irlanda no sólo era para nosotros el porvenir utópico y el intolerable presente; era una amarga y cariñosa mitología, era las torres circulares y las ciénagas rojas, era el repudio de Parnell y las enormes epopeyas que cantan el robo de toros que en otra encarnación fueron héroes y en otras peces y montañas... En un atardecer que no olvidaré, nos llegó un afiliado de Munster: un tal John Vincent Moon.
Tenía escasamente veinte años. Era flaco y fofo a la vez; daba la incómoda impresión de ser invertebrado. Había cursado con fervor y con vanidad casi todas las páginas de no sé qué manual comunista; el materialismo dialéctico le servía para cegar cualquier discusión. Las razones que puede tener un hombre para abominar de otro o para quererlo son infinitas: Moon reducía la historia universal a un sórdido conflicto económico. Afirmaba que la revolución está predestinada a triunfar. Yo le dije que a un gentleman sólo pueden interesarle causas perdidas... Ya era de noche; seguimos disintiendo en el corredor, en las escaleras, luego en las vagas calles. Los juicios emitidos por Moon me impresionaron menos que su inapelable tono apodíctico. El nuevo camarada no discutía: dictaminaba con desdén y con cierta cólera.
Cuando arribamos a las últimas casas, un brusco tiroteo nos aturdió. (Antes o después, orillamos el ciego paredón de una fábrica o de un cuartel.) Nos internamos en una calle de tierra; un soldado, enorme en el resplandor, surgió de una cabaña incendiada. A gritos nos mandó que nos detuviéramos. Yo apresuré mis pasos, mi camarada no me siguió. Me di vuelta: John Vincent Moon estaba inmóvil, fascinado y como eternizado por el terror. Entonces yo volví, derribé de un golpe al soldado, sacudía Vincent Moon, lo insulté y le ordené que me siguiera. Tuve que tomarlo del brazo; la pasión del miedo lo invalidaba. Huimos, entre la noche agujereada de incendios. Una descarga de fusilería nos buscó; una bala rozó el hombro derecho de Moon; éste, mientras huíamos entre pinos, prorrumpió en un débil sollozo.
En aquel otoño de 1922 yo me había guarecido en la quinta del general Berkeley. Éste (a quien yo jamás había visto) desempeñaba entonces no sé qué cargo administrativo en Bengala; el edificio tenía menos de un siglo, pero era desmedrado y opaco y abundaba en perplejos corredores y en vanas antecámaras. El museo y la enorme biblioteca usurpaban la planta baja: libros controversiales e incompatibles que de algún modo son la historia del siglo XIX; cimitarras de Nishapur, en cuyos detenidos arcos de círculo parecían perdurar el viento y la violencia de la batalla. Entramos (creo recordar) por los fondos. Moon, trémula y reseca la boca, murmuró que los episodios de la noche eran interesantes; le hice una curación, le traje una taza de té; pude comprobar que su “herida” era superficial. De pronto balbuceó con perplejidad:
—Pero usted se ha arriesgado sensiblemente.
Le dije que no se preocupara. (El hábito de la guerra civil me había impelido a obrar como obré; además, la prisión de un solo afiliado podía comprometer nuestra causa.)
Al otro día Moon había recuperado el aplomo. Aceptó un cigarrillo y me sometió a un severo interrogatorio sobre los “recursos económicos de nuestro partido revolucionario”. Sus preguntas eran muy lúcidas; le dije (con verdad) que la situación era grave. Hondas descargas de fusilería conmovieron el Sur. Le dije a Moon que nos esperaban los compañeros. Mi sobretodo y mi revólver estaban en mi pieza; cuando volví, encontré a Moon tendido en el sofá, con los ojos cerrados. Conjeturó que tenía fiebre; invocó un doloroso espasmo en el hombro.
Entonces comprendí que su cobardía era irreparable. Le rogué torpemente que se cuidara y me despedí. Me abochornaba ese hombre con miedo, como si yo fuera el cobarde, no Vincent Moon. Lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres. Por eso no es injusto que una desobediencia en un jardín contamine al género humano; por eso río es injusto que la crucifixión de un solo judío baste para salvarlo. Acaso Schopenhauer tiene razón: yo soy los otros, cualquier hombre es todos los hombres, Shakespeare es de algún modo el miserable John Vincent Moon.
Nueve días pasamos en la enorme casa del general. De las agonías y luces de la guerra no diré nada: mi propósito es referir la historia de esta cicatriz que me afrenta. Esos nueve días, en mi recuerdo, forman un solo día, salvo el penúltimo, cuando los nuestros irrumpieron en un cuartel y pudimos vengar exactamente a los dieciséis camaradas que fueron ametrallados en Elphin. Yo me escurría de la casa hacia el alba, en la confusión del crepúsculo. Al anochecer estaba de vuelta. Mi compañero me esperaba en el primer piso: la herida no le permitía descender a la planta baja. Lo rememoro con algún libro de estrategia en la mano: E N. Maude o Clausewitz. “El arma que prefiero es la artillería”, me confesó una noche. Inquiría nuestros planes; le gustaba censurarlos o reformarlos. También solía denunciar “nuestra deplorable base económicá', profetizaba, dogmático y sombrío, el ruinoso fin. C'est une affaire flambée murmuraba. Para mostrar que le era indiferente ser un cobarde físico, magnificaba su soberbia mental. Así pasaron, bien o mal, nueve días.
El décimo la ciudad cayó definitivamente en poder de los Black and Tans. Altos jinetes silenciosos patrullaban las rutas; había cenizas y humo en el viento; en una esquina vi tirado un cadáver, menos tenaz en mi recuerdo que un maniquí en el cual los soldados interminablemente ejercitaban la puntería, en mitad de la plaza... Yo había salido cuando el amanecer estaba en el cielo; antes del mediodía volví. Moon, en la biblioteca, hablaba con alguien; el tono de la voz me hizo comprender que hablaba por teléfono. Después oí mi nombre; después que yo regresaría a las siete, después la indicación de que me arrestaran cuando yo atravesara el jardín. Mi razonable amigo estaba razonablemente vendiéndome. Le oí exigir unas garantías de seguridad personal.
Aquí mi historia se confunde y se pierde. Sé que perseguí al delator a través de negros corredores de pesadilla y de hondas escaleras de vértigo. Moon conocía la casa muy bien, harto mejor que yo. Una o dos veces lo perdí. Lo acorralé antes de que los soldados me detuvieran. De una de las panoplias del general arranqué un alfanje; con esa media luna de acero le rubriqué en la cara, para siempre, una media luna de sangre. Borges: a usted que es un desconocido, le he hecho esta confesión. No me duele tanto su menosprecio”.
Aquí el narrador se detuvo. Noté que le temblaban las manos.
—¿Y Moon? —le interrogué.
—Cobró los dineros de Judas y huyó al Brasil. Esa tarde, en la plaza, vio fusilar un maniquí por unos borrachos.
Aguardé en vano la continuación de la historia. Al fin le dije que prosiguiera.
Entonces un gemido lo atravesó; entonces me mostró con débil dulzura la corva cicatriz blanquecina.
—¿Usted no me cree? —balbuceó—. ¿No ve que llevo escrita en la cara la marca de mi infamia? Le he narrado la historia de este modo para que usted la oyera hasta el fin. Yo he denunciado al hombre que me amparó: yo soy Vincent Moon. Ahora desprécieme.


1942

sábado, 14 de mayo de 2011

Volver

Esta obsesión por el retorno del tiempo, por la vuelta hacia un momento x en el pasado parece ser la gran manía y a la vez suceso imposible en la existencia del hombre. Un hecho que en el propio comienzo del deseo se invalida por la razón. A esto siempre ha tratado de enfrentarse el hombre, al tiempo. Es decir ese deseo de poder volver a hacer algo, o estar sentado en aquel lugar con aquella persona, pero en realidad lo que desea el hombre no es el ir y volver en el tiempo o estar en aquel banco de la plaza con la chica que mas quiere, sino que lo que quiere es volver a sentir esa sensación tan grata que sintió en aquel momento, ese sentimiento que si recordó por tantos años es porque le fue inolvidable por el motivo que sea. Eso es lo que con mas ansias desea el hombre, no es mas que la persona que llama después de 1 año a la ex y le empieza a hablar, es una manera de volver en el tiempo y volver a sentir esa sensación, y es aquí donde reside el error de la vuelta del tiempo a través de personas o entidades, ya que ni ella ni yo somos los mismos que fuimos en aquél momento por lo cuál no se si es certero el creer que volviendo a tal lugar se va a sentir lo que se sintió en algún momento. Lo mismo pasa con gente que uno no ve hace mucho y que decide retomar conexiones, se produce tal vuelta en el tiempo, pero distorsionada porque nadie de los amigos de la infancia reunidos en una sala somos los que éramos hace 10 años, ya no somos aquél niño que juega a las escondidas en la calle de su barrio, ni somos tampoco el chico aquél con los cordones desatados y la remera manchada con tierra de trepar el árbol para construir ahí su refugio y el de sus amigos con clavos y maderas robadas de las casas en construcción, ya no somos mas aquello , cada uno se ha ido por caminos diferentes de su vida, alguno ha estudiado, otro trabajado, otro ido de viaje, así que esta juntada mas que una reunión en donde yo pueda encontrar en mi amigo aquella complicidad que teníamos antes de guiñarnos los ojos mientras otro hablaba, ya no esta mas, ya no esta mas esa persona, esta otro, un ajeno con memoria selectiva.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Bien o mal, esto es lo que trato de hacer con este blog, gracias negro

Bosquejo mañanero

Brisa matutina llena de primavera
Aroma a tierra mojada y a panadería
Abuelas barriendo la vereda, y en activa charla con las vecinas
Otras tantas más astutas en búsqueda de la primer docena de facturas calentitas
Abuelos sentados en la vereda, acomodados en sus reposeras
En plena lectura del diario, sin mayor ruido que una radio de fondo
Un momento de paz, pocas veces visto
Estropeado en cuanto la ciudad se levanta
Comienzan los primeros bocinazos, frenadas
El nieto de la vecina que se levanta con Metallica al mango
Y esta esfera de tranquilidad se ve disuelta
Posiblemente hasta el adormecimiento de este gigante autoritario.

martes, 10 de mayo de 2011

Absurda obsesión


Nada permanece excepto aquello que ha sido eternizado por aquel ser ubicado en el presente o como llamaría Borges, ese ápice vertiginoso del tiempo.
Todo ser que es tiende a permanecer en su ser, parafraseando a Spinoza, y el hombre no es la excepción. Es por eso que siempre, mediante la religión, la filosofía, la alquimia, etc., se ha querido vencer al tiempo en su más profunda esencia que es la inmortalidad, pero hay un hecho que imposibilita siempre este deseo que es la muerte.
Es por esto que el hombre realiza sus obras, ya sea literatura, música, pinturas, teorías, etc., destinadas a un futuro que se extienda a su muerte. Lo que hace con esto no es perpetuarse integro, es decir su existencia plena, sino inmortalizar su presente, lo que significa en cierta parte un triunfo al tiempo, ya que luego de mi desaparición física, mi obra seguirá y retratará aquello que estaba pasando por mi en ese momento, no es mas que solo una imagen que sirve únicamente para ser observada por otro. Pero sin embargo no hay una victoria total, sino hay un ente animado que compruebe la existencia de esta realización.
Por ende a la llegada del Apocalipsis, es posible que esas obras sigan inmortalizadas pero en un sentido inútil. Solo hay inmortalidad, si hay un ser que lo pueda corroborar, y es esto lo que finalmente termina dando como único vencedor al tiempo, si bien momentáneamente nos pudimos eternizar y perpetuar, esto se limita a la desaparición de estos miles de escribanos que llamamos hombres.

Alejandro dolina presentando el libro de Anibal Fernandez

Perlita del negro en la feria del libro 2011: Presentación de ZONCERAS ARGENTINAS Y OTRAS YERBAS de Anibal Fernandez

viernes, 6 de mayo de 2011

Ajedrez - Jorge Luis Borges

Audio de este hermoso poema:



En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

jueves, 5 de mayo de 2011

alejandro dolina sobre maradona 1994 ( dia del dopping positivo)

AUDIO:


[Alejandro Dolina]

Hoy estamos muy de indignaciones -¿No?- Es una jornada triste. Y yo hace unos minutos tuve ocasión de hacer un pequeño comentario por Canal 13 acerca de ésta desgracia de Diego Maradona; y quiero decir que si fuera solamente una desgracia futbolística, seguramente no la traería yo a colación en este programa y si fuera nada más que el comentario de un partido perdido, o de un jugador en infracción que ha quedado fuera del campeonato, bueno tampoco, porque aquí hay un equipo muy idóneo para esto -Creo que el mejor, ustedes saben la admiración que tengo yo por Víctor Hugo Morales-. De manera que no es un comentario deportivo éste.

Pero el sueño del regreso del Diego era -para éste que habla- un sueño mucho más grande que un sueño futbolístico. Creía yo ver en el regreso de éste chico al quien he admirado tanto y he querido tanto como jugador de fútbol y también como persona. Creía yo ver en ese regreso uno de los contadísimos éxitos que el hombre tiene frente al tiempo, frente a la muerte, frente a la maldad y frente a la mezquindad.

En general el tiempo siempre vence, la muerte prevalece, la mezquindad triunfa y las sencillas virtudes más tarde o más temprano, suelen quedar sepultadas. Recuerdo a Rubén Darío en esa línea, vencedor de la muerte.Vencedor del tiempo, vencedor de la maledicencia, vencedor de su propia equivocación: Volvía Diego Maradona.Y al margen de que a uno lo ponga contento que un tipo con la 10 celeste y blanca juegue bien... había más... había más... Había ese deportista que había sido vapuleado por una sociedad hipócrita que lo señaló como un delincuente, siendo que en ese mismo círculo que lo señalaba a él como delincuente, se verificaban las mismas costumbres que le enrostraban a Diego, con una hipocresía impresionante. Ciertos periodistas, pensadores y mediocres en general, atacaron a Diego. Se pusieron paternalistas con Diego. Empezaron a darle consejos a Diego. Empezaron a negar o a lamentarse de que Diego fuera ejemplo para muchos jóvenes. Al respecto debería decir yo lo siguiente, lo he dicho otra veces pero vale decirlo ahora: Yo creo que sí es ejemplo. Es ejemplo en un país, en un mundo, pero particularmente en un país donde la aspiración de las personas es obtener un 4 para poder seguir adelante, es decir, entregar lo menos posible para recibir lo más posible. Negar la excelencia como si fuera obsesiva y demencial, para conformarse con la mediocridad que permite zafar - Como suele decirse-. En un mundo que aspira un 4, Diego era el 10. Y en ese sentido es, sigue siendo un ejemplo para los chicos. Paradigma, porque les muestra que a veces es deseable ser el mejor de todos. Y aunque no se consiga serlo, que vale la pena la lucha para ver si uno lo logra.

Ningún deportista del mundo, ningún deportista del mundo fue tan perseguido.
Jugador de fútbol suspendido por un año en el ápice mismo de su carrera.
Siendo el mejor de todos. Una carrera que como todos sabemos -lugar común mediante, tópico mediante: es breve-

[Jorge Dorio]

Hubo otro gesto, Alejandro -si me permite ahí en el medio- también en ese ápice y en el medio de esa caída, que es el haberse permitido cuando la comodidad a su vez le permitía circular tranquilo en medio del ruido y de la gloria, alzarse frente a los poderosos -equivocado o no, tampoco importa- sino tener una opinión personal, funcionar como un hombre en medio de ésta circulación de ídolos habitualmente vacíos de discursos, de opiniones y de pasiones.

[Alejandro Dolina]

Así es. Tomó la posición más incómoda. Se situó en el centro mismo de la incomodidad. Muy fácil hubiera sido para él, hacer como digamos como Pelé.
Hacerse amigo de los poderosos, hacerse patrocinar, marchar por las avenidas centrales de los "mangiaorejas" y no lo hizo así.

No le perdonaron muchos su origen. Yo he escuchado muchas veces, durante el año de su suspensión: "¿Y qué querés con ese negrito villero?". No le perdonaron su origen. Tampoco se lo perdonaron a José María Gatica, a otros que desde muy, muy abajo llegaron muy arriba por su talento y sin ser alcahuetes de nadie. Ningún deportista padeció trauma semejante.
Alcanzó a volver. Fue atacado. Fue empujado hacia la equivocación incluso.
¿Pero por qué?. Los medios de comunicación, el mundo éste en que vivimos, suele obligar a los luchadores quijotescos y solitarios a jugar el juego que todos juegan. Y entonces... ¿Cuál es el juego que todos juegan?. El juego de los medios de comunicación, el juego del retruque, el juego de saber que Sócrates no escribió ningún libro, el juego de no comerse las 'eses'. El juego de una cierta elegancia, y a ese juego, juegan muy bien quienes el mundo manejan. Y Diego jugó a ese juego, claro, al otro, al juego de él era muy difícil ganarle.

No he visto ningún periodista que lo desafiara a hacer "jueguito", pero sí he visto periodistas que lo desafiaban a hablar, a una polémica. -Ah! -Gran cosa!... Pedirle a Diego que sea polemista, que sea culto. Bueno, por Dios...

[Jorge Dorio]

Si me permite Alejandro, también perdieron en ese juego justamente porque no esperaron -he insisto, esto no tiene que ver con las opiniones vertidas en cada ocasión por Diego Maradona, más allá de su posible acierto o error como si uno pudiera juzgar esto- también perdieron el punto en que no encontraron lo previsible: No encontraron la anuencia para el juego de los poderosos, no encontraron aquello que se debe esperar de un número uno.

[Alejandro Dolina]

No. No encontraron eso. No encontraron la complacencia, el beneplácito y la complicidad que suelen tener a veces los que llegan desde muy abajo y que encuentran cómoda, la alianza con los poderosos. No la hallaron en Diego.
Bueno, a todo esto se sobrepuso Diego. -Y casi este regreso, era un milagro!
Era un milagro. El milagro del héroe que vuelve del infierno. Teseo rescatado de los infiernos. El novio que espera a la princesa que está triste, de Rubén... pero bueno, y entonces sucede este episodio absurdo. Por eso mi tristeza y por eso el desengaño.
No la tristeza del hincha de fútbol que dice: -Uh! -Nos sacaron el mejor!
Esa sería una tristeza chiquita. No. La tristeza de un criollo que vió como un chico de Fiorito -El mejor jugador que yo haya visto nunca- pudo sobreponerse a los miserables y ver como -para alegría de tales miserables que seguramente ahora estarán llenandose la boca con reconvenciones legalistas y cosas por el estilo- como para alegría de ellos, ese sueño se frustró.
Yo estoy muy triste. He llorado, no por el fútbol -yo hace desde los 11 años que no lloro por el fútbol- lloro por una estética y por una ética que vuelve a ser pisoteada por los mediocres. Decía yo en canal 13 -quizá exagerando mis sentimientos- pero algo que es verdadero: Más deseo tenía yo de ver campeón a Diego que de ver campeón a Argentina. Y otra cosa dije también: A la hora de poner las manos sobre el fuego, el buen amigo habrá de ponerlas aun cuando sepa que es posible quemarse. Porque las manos en el fuego con la seguridad de no sufrir quemaduras las pone cualquiera. El verdadero amigo es el que pone las manos en el fuego aun cuando sabe que se va a quemar. Y si Dieguito Maradona que tantas alegrías nos ha dado, no merece que hoy nosotros pongamos las manos en el fuego aun cuando las saquemos quemadas, pues entonces yo no entiendo nada, ni de fobal, ni tampoco -lo que es peor- de la vida.

[Jorge Dorio]

Hay algo más Alejandro que usted pensó y lo hablamos, después en una entrevista a veces las cosas se diluyen, no aparecen, se le escapan a uno.
Hay una especie de cita patria -diríamos- Hay algo que quizás se parezca -porque las dimensiones son diferentes- digo, pensaba en algún acontecimiento político hace un par de décadas -¿No?- Alguien que vuelve también, que reencuentra a la gente reunida en torno de sí, y eso se pierde, se diluye como ilusión, como emoción de todo un país.
Pero usted pensó en un ejemplo, en una historia que es precedente a eso y que funda a este país. Digamos, la necesidad de alguien que haga un gesto accesorio al gesto del héroe, un gesto más. Usted se acuerda perfectamente de quién estoy hablando.

[Alejandro Dolina]

Claro. No hubo en este caso -lástima que no lo haya habido- un Tadeo Isidoro Cruz para este Fierro. Tadeo Isidoro Cruz, aquel sargento de la partida, que va a prender a Martín Fierro que cuando lo ve batirse en inferioridad, pero con tanto coraje, dice: Yo no voy a permitir que se mate así a un valiente y toma su partido, el partido de los perdedores. Sabía Cruz, que tomar ese partido lo conducía a la marginalidad y al aniquilamiento pero lo tomó y dijo: Yo no voy a dejar que se mate así a un valiente. No hubo ningún Cruz para este Fierro.
Iba yo a hablar de algunas paradojas, de algunas aphorias, de Bertrand Russell, de Zenon de Elea, de Timénedes, pero las paradojas son jueguitos de manos de la razón, y pudo más por suerte esta vez, la potencia de la pasión.
Vamos a escuchar un tango, no importa cual, dedicado a Dieguito Maradona que canta un amigo nuestro.

miércoles, 4 de mayo de 2011

fragmento de El Túnel, Ernesto Sabato

En la época en que yo tenía amigos, muchas veces se han reído de mi manía de elegir siempre los caminos más enrevesados: Yo me pregunto por qué la realidad ha de ser simple. Mi experiencia me ha enseñado que, por el contrario, casi nunca lo es, y que cuando hay algo que parece extraordinariamente claro, una acción que al parecer obedece una causa sencilla, casi siempre hay debajo móviles más complejos. Un ejemplo de todos los días: la gente que da limosnas; en general, se considera que es mas generosa y mejor que la gente que no las da. Me permetiré tratar con el mayor desdén esta teoría simplista. Cualquiera sabe que no se resuelve el problema de un mendigo( de un mendigo auténtico) con un peso o un pedazo de pan: solamente se resuelve el problema psicológico del señor que compra así, por casi nada, su tranquilidad espiritual y su título de generoso. Júzguese hasta qué punto esta gente es mezquina cuando no se decide a gastar más de un peso por día para asegurar su tranquilidad espiritual y la idea reconfortante y vanidosa de su bondad. ¡Cúanta más pureza del espíritu y cuánto más valor se requiere para sobrellevar la existencia de la miseria humana sin esta hipócrita( y usuaria) operación.

martes, 3 de mayo de 2011

Herbie Hancock - Jazz Fusion Cantelope Island

recuerdo


Presencia de tu cálida mirada
Contrasta al inmenso gris invernal
Azotes del primer signo vital, que es el despertador
Me hace inmediatamente negarme a la rutina
O más bien llevar una rutina que sea una compañía perpetua tuya
Momento de pereza mezclada con repentina ternura
Me invaden hasta la noticia de que esos 5 minutos de relax
Se han convertido en casi mi despido del trabajo
Inagotable rapidez me lanza hacia la calle en busca del primer taxi
En medio de esta infatigable búsqueda te recordé
Casi eterna, inalterable, aun con tu mirada coloreando
Aun a las fotos blancas y negras
Y casi con mayor ansiedad quise llegar más rápido a la oficina
Ahí estaba él, sentado en mi escritorio con ánimo de discurso del no cumplimiento:
“A donde firmo”, dije yo con tono exhaustivo
Desconcertante era su mirada, acorralada por la victoria de la pasión
“No seguiré mas engordando a mi estomago, mientras mi triste corazón apenas se alimenta de las sobras de este”, proseguí y me marche casi corriendo
El ascensor se me hacía interminable y no llegaba más a destino
Llego a mi departamento con esa alegría típica del hombre que se da cuenta que ama
Pocas veces había incursionado tal sentimiento, con la rareza de creer sentirlo permanentemente
Me despojo de esa ropa incómoda, me incursiono de lleno en tu búsqueda
Hasta que te encuentro, sin hacer mucho ruido te observo de lejos
En penumbras estabas todavía por la oscuridad de la pieza
Cuando logro por fin asomarme, tu sonrisa tan natural
Parecía conocer el interior de esa aparición tan repentina e inesperada
Sin decirnos palabras nos miramos casi absortos, sin duda la mejor fotografía que alguien pudiese sacar
No pude más que darte un beso, y soltar una lagrima
Hoy 40 años después, cuesta recordar con detalles esa escena, pero sin embargo, si hay algo que hasta puedo retratar casi detalle por detalle, es ese rostro tan lleno de juventud, de un amor tan fresco, gratamente nostálgico hacia mis ojos, y con ese entusiasmo vital, características que sin duda ni la muerte te sacó, porque sin duda esa mirada es eterna, perenne, y básicamente muestra de certeza de que el amor siempre prevalece.

Lucas show


Hoy 30 de marzo del 2012, mierda cumplo 20 años. Ya empiezan los primeros mensajes de amigos, familiares, llamados de las tías que tenían en color verde la fecha en el almanaque para no olvidarse, y de demás personas. A pesar de eso arranco el día con la típica felicidad del cumpleañero, me visto y salgo a la calle para comprar algo  para comer, porque mágicamente mi heladera por desgracia no se llena y al parecer no quiere hacerme un regalo de cumpleaños esta mañana.
En esta salida matutina veo acostumbrado mucha gente extraña, pero esta vez la gente me miraba con rostro gentil, como si yo les hiciese un favor, seguí caminando pensando que era una mera maquinación de mi mente, pero era algo tan raro que no podía ser idea de mi locura, la gente no solo me miraba amable, sino que me levantaban los pulgares ahora y algunos mas astutos hasta me gritaban ¡Ídolo! , ¡Maestro!
Esto habrá durado 5 minutos, pero lo suficiente como para que durante todo el día no piense en otra cosa que en ese episodio. La gente al parecer me conocía, y yo tristemente solo había visto algunos rostros de aquellos, en toda mi vida. Ese día a pesar de los llamados, saludos, y ese episodio, fue un día de poco desarrollo. Termine de comer, limpie los platos, y me tire en la cama, pero no podía dormir, de pronto se me vino a la cabeza una película que había visto en el secundario que poco interés le preste como todo lo que hice en esa época, esta se llamaba Truman Show, básicamente trataba de un hombre que había nacido en cautiverio y que vivía en un mundo ideado por otro y que las personas que lo rodeaban no eran sino meros actores. Este personaje acostumbrado a esa vida no se da cuenta que hay otra, afuera de ese globo y vive plenamente en una burbuja ideada por un pseudo dios, que lo maneja para que su vida sea capaz de atraer a un público ajeno a la burbuja, pero intrínsecamente relacionado por la televisión.
Entonces Me vi envuelto en una situación semejante a Truman, pero en un período de decadencia o cansancio actoral, ya que estos actores se salieron de libreto de ser personas ajenas a mi vida y se dirigieron hacia mí, de la manera que les salió en ese momento. Cada vez que trataba de razonar me encontraba con alguna traba, del estilo de ingenuidad y credulidad hacia las personas. Yo de por si creo que ella es mi mama, y que aquella persona es amigo de mi mama de toda la vida, y aquella mi tía, esto me viene dado con el nacimiento, pero como saber si es cierto o no, alguna mente muy aguda diría “aa fácil , hacete un  ADN”,  a lo que le respondería, que como puedo creer que el es doctor solo por que me muestra un papel de una facultad diciendo que en un pasado esa persona se recibió de tal carrera, por que no podría pensar que está complotado con mi supuesta mama?. Y otra cosa que me intriga relacionando este suceso con la película, es la perplejidad que puede llegar a producirle a la persona encerrada, el descubrimiento de un afuera. Como sería ese espacio, sería igual a mi burbuja o no? La raza humana, si es que no soy solo el único con los demás actores, sería mortal o sin fecha de vencimiento? Esa perplejidad de saber que es posible la realización de otra mundo ajeno a mi conocimiento, tantas variantes de un afuera distinto que desbordan mis posibilidades, y solo me produce esa sensación de niño en vísperas de papa noel, ese sentimiento de ansías, de ver si mi deseo o expectativa es efectivamente realidad, no se lo que quiero pero lo quiero ya.
Podrán pensar: “no tenías nada mas interesante que hacer en tu cumpleaños”?, si por eso después de casi 2 horas de intenso debate interno, me dormí placidamente. Le estaba por jugar un uno contra uno a Manu Ginobilli en mi mansión de Miami, cuando suena mi  teléfono. En medio de desconcierto, bronca, y todavía sueño, contesto. Era un amigo que me llamaba para avisarme que yo había salido esta mañana por la tele, al principio no le creí, pero al ver que insistía, la prendí. Claro era verdad que estaba en la tele, pero atrás de un famoso deportista. Rápidamente relacione la presencia de Maradona  con aquellos saludos, miradas desconcertadas no hacia mi sino hacia aquella persona, me sentí tan estúpido que no pude mas que echarme a reír.
A pesar de toda aquella maquinación, lo único verdadero era la existencia de la posibilidad de una burbuja en la que me encuentro situado, asi me quedo tal cuál como empece, lleno de dudas, vacio de certezas.